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Medimay 2016; 23(2)
NOTA EDITORIAL
“La muerte no es verdad, cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”
José Martí
El mundo fue sorprendido el pasado 25 de noviembre por la desaparición física del líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz. Muchos y quizás hasta el propio Fidel podrían de alguna forma haber llegado a pensar que todo y todos se habían preparado para ese inevitable momento.
No obstante aunque Fidel desde hacía prácticamente 10 años había delegado sus funciones como Jefe de Estado y en la Dirección del Partido Comunista de Cuba, en su hermano Raúl, todos le sabíamos omnipresente. Cada vez que un acontecimiento lo ameritaba aparecían en el diario Granma sus sabias “Reflexiones”. No había Jefe de Estado o personalidad internacional que viniera a Cuba y que no se entrevistara con él. Líderes de otros países, como los de Venezuela y Bolivia contaban habitualmente con sus criterios y juicios políticos en encuentros aparentemente informales. En las proximidades de la capital se le veía hasta días recientes, haciendo visitas a parcelas agrícolas donde evaluaba con ojo crítico diferentes experiencias agropecuarias.
Sus principios y discursos han sido durante toda esa etapa punto de consulta y apoyo en cada evento o actividad cotidiana.
Para cada cubano han resultado impactantes en los días póstumos la despedida multitudinaria, que le ofreció la capital en la Plaza de la Revolución José Martí, el recorrido de la urna con sus cenizas de un extremo a otro del país, el homenaje postrero en la Plaza General Antonio Maceo de Santiago de Cuba y finalmente la colocación de las mismas en el monolito de roca granítica, traída especialmente con ese fin de la Sierra Maestra al Cementerio de Santa Ifigenia.
Allí están y estarán las inquietas cenizas de Fidel también omnipresentes. Son guardianes de la dignidad de la Revolución y de nuestro socialismo. Siguen acompañando la labor que se realiza para que cada niño no fallezca en Cuba o para que cada escolar que tenga la educación asegurada gratuitamente hasta llegar a la Universidad. Su influjo alienta a cada deportista que representa a Cuba en cualquier evento dentro o fuera de Cuba, a cada profesional cubano que cumple una misión solidaria en los más disímiles rincones del mundo. También están presentes en cada investigación científica y en cada logro de la salud. El pueblo lo repitió a cada paso ¡Yo soy Fidel! y lo reafirmó con la firma de su compromiso del concepto de Revolución.
Medimay (Electrónica) en su misión de divulgar los avances científicos en el campo de las Ciencias Médicas desde la provincia Mayabeque también asume esas cenizas como su paradigma.
Remigio Rafael Gorrita Pérez
Director-editor de Medimay (Electrónica)