Dr. Raúl Martínez Pérez
Especialista de I grado en Angiología. Profesor Auxiliar.
Master en Urgencias Médicas
Antoine de Saint Exúpery
Descriptores DeCS: BIOÉTICA
Si partimos de la conceptualización de la salud, no como la ausencia de enfermedad, sino como el bienestar corporal, espiritual y social del hombre 5, junto con la garantía de su entorno, podemos afirmar entonces que el desarrollo tecnológico está lejos de haber propiciado una Humanidad Saludable.
Al contrario, su impacto sobre el ecosistema, la sociedad, la biología y la espiritualidad humana constituye una seria amenaza, que incluso hace temer por la supervivencia de la especie humana, de no producirse cambios concretos que reemplacen las tendencias que hoy dominan este mundo globalizado y unipolar. Es el lado oscuro del fulgurante astro del progreso que debemos contemplar, para percibir y advertirnos de sus realidades y amenazas
Es por todo lo anterior, que me propongo fundamentar la inaplazable necesidad de reconsiderar y aplicar radicalmente el devenir de la ciencia y la tecnología moderna desde una nueva perspectiva ética universal, que conduzca a cambios positivos en la espiritualidad humana y se evidencie, no sólo a nivel de las concepciones filosóficas más generales, sino también en la práctica cotidiana. Donde la aplicación de la ciencia, -y dentro de ella, la Medicina- cuente con los requisitos culturales profundos y amplios que son imprescindibles; tenga en cuenta, según los principios de justicia y equidad las necesidades básicas del hombre; y se halle debidamente regulada por su interés social.
En síntesis, que el desarrollo tecnológico se fundamente en principios éticos que lo hagan realmente responsable y comprometido con la salud integral del hombre.
Para ello considero oportuno explicar la concurrencia, en el transcurso del desarrollo histórico-social, de la interconexión entre Ciencia, Tecnología y Espiritualidad, así como analizar su impacto sobre la salud humana.
No pretendo dar visiones filosóficas novedosas, ni tampoco abordar de manera exhaustiva un tema de tanta complejidad, abarcador de cuantiosas direcciones, matices y contenidos. En consecuencia, me limitaré a expresar un conjunto de ideas que deben estar presentes para una práctica más humana de la Ciencia.
La tecnología fue acogida, desde su propio surgimiento, como expresión de la utilización del conocimiento como instancia de dominación y fuente de poder. La naturaleza humana del conocimiento científico aparece así muchas veces pervertida, por la sujeción del desarrollo tecnológico a los grupos de poder de cada época y lugar. Incluso la ciencia está con frecuencia en función de esos intereses.
El alto desarrollo científico-técnico de nuestros tiempos no ha hecho otra cosa que reforzar esa tendencia a la lógica opresiva. El saber sustenta hoy, y cada vez más, al poder. Hoy la ciencia sirve demasiado a la fuerza. Se ha ensanchado el abismo abierto por la Revolución Industrial, que creó núcleos industrializados, con economías de alto patrón tecnológico al Norte, y una periferia de naciones coloniales y neocoloniales al Sur, estructuradas más para proveer a aquellos núcleos de bienes y servicios en condiciones subalternas, que para atender a sus propias necesidades 7.
Existe un enorme distanciamiento entre los que tienen acceso al conocimiento y los que no lo tienen; entre los que disfrutan y se benefician de la Revolución Tecnológica y los que están al margen de ese fenómeno, cosificados con intención utilitaria.
Poderosos intereses orientan y manipulan el quehacer científico-técnico y los frutos que de él se derivan, sin importarles las consecuencias sociales, culturales, espirituales; en una palabra: humanas, que su utilización torcida pueda provocar
Los derechos del hombre y su realización real plena, se han visto constantemente violentados en la práctica social capitalista. Se ha registrado una gran expansión en la capacidad productiva, sustentada por el vertiginoso desarrollo tecnológico, sin un concomitante desarrollo social.
La mayor abundancia global no ha traído consigo el bienestar de las mayorías, sino una considerable concentración de riquezas e ingresos en beneficio de los países más desarrollados -y dentro de esos países en las capas sociales más ricas-, en desmedro de los países y capas sociales más pobres.
La mayor producción no ha implicado bienestar social generalizado, sino aumento de la injusticia social, marginando de sus beneficios a vastos contingentes populares integrados por pobres subalimentados y desposeídos, sub o desempleados, semi o analfabetos, que coexisten, dominados, con minorías que disfrutan un consumismo desenfrenado y que padecen del relativismo, como modo de no-pensar, de acomodar la vida a las circunstancias inmediatas y a la búsqueda de la felicidad en el goce de los objetos suntuarios que se producen y renuevan con rapidez creciente, muchos de ellos inútiles para mejorar la calidad de la vida, pero útiles para satisfacer necesidades inducidas y exacerbadas por la propaganda comercial, que crea nuevas formas de sujeción alienante y que acondicionan para una vida social apática y culturalmente inferior 8, 9 .
Es la reducción de unos a la desesperanza y de otros a la condición de dóciles consumidores.
Resulta humanamente deplorable un mundo poseedor de un altísimo desarrollo tecnológico, que si bien logró un aumento espectacular de la producción material, no trajo consigo la felicidad y el bienestar de la humanidad. De los seis mil millones de habitantes del planeta, mil trescientos millones viven en situación de pobreza extrema, con un percápita menor de un dólar diario
Un mundo orientado y dirigido por afanes de poder y riquezas que ha deteriorado seriamente las condiciones naturales de vida: agujero en la capa de ozono, contaminación y reducción de las más importantes fuentes de agua, enrarecimiento de la atmósfera, extensión de especies de animales y plantas, deforestación, desertificación....
Un mundo donde la explosión científico-técnica no se ha acompañado de un desarrollo espiritual ascendente: las guerras, el desempleo, la discriminación, la xenofobia, el trabajo y la prostitución infantiles, las drogas, la violencia sin límites, el terrorismo, la corrupción, la desunión, la indolencia, la intolerancia, y la falta de solidaridad humana son los rasgos principales.
Rasgos que constituyen el forámen de la conciencia social, son los escotomas del superyó de Freud, manifiestos en la exacerbación volitiva de dominio en menoscabo de los controles éticos y sociales de la personalidad, evidenciados en el egoísmo conductual, en la alienación y en la pérdida de identidad 10. Esto da lugar a sociedades donde abundan personalidades competitivas, con voluntad de dominio, sensibles a las diferenciaciones sociales, individualistas, con apetencias consumistas incontenibles y pocos dispuestas a la renuncia generosa en beneficio de sus semejantes desposeídos.
Es también humanamente deplorable un mundo en el que se dedican cuantiosos recursos a las armas, mientras cada año mueren miles de niños por hambre y enfermedades evitables, donde el Paludismo cobra diez millones de vidas por año, donde Biharziosis afecta doscientos millones de habitantes del Mundo-Sur y donde diez millones de suramericanos son víctimas de la Enfermedad de Chagas. Pero donde, además, la pandemia del SIDA ha confirmado que no por ser rico se está al margen de estas realidades globales 11.
Pero no debemos censurar los logros de la ciencia por los nuevos problemas que ha suscitado. Son los viejos problemas creados por los grupos con autoridad y poder para utilizar adecuadamente los dones de la ciencia y la técnica los que persisten.
Siempre la clase dominante política y económica ha promovido una ética en función de sus valores como concepto del bien. El cuestionamiento ético y la viabilidad de la civilización industrial se remonta al momento mismo de su generación, pero ahora nos encontramos frente a retos superiores a cualquier otro momento de la historia humana.
La vida ha rebasado las lógicas que una vez resultaron eficaces para defender los distintos intereses en pugna. La crisis del socialismo de estado y la del capitalismo actual, son en realidad las dos caras de la crisis civilizadora que marca, para unos, el fin de la historia y para otros, la última oportunidad del mundo moderno -o la primera del posmoderno- de alcanzar sus frustradas expectativas de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
El hombre posee por primera vez la capacidad técnica necesaria, no sólo para modificar su ambiente natural y social, sino también para destruirlo, produciendo al mismo tiempo su autodestrucción total. Acaso sea más importante el hecho de que también posee, por primera vez en la historia, los recursos y conocimientos necesarios para superar sus carencias y males más afligentes.
La posesión de esos conocimientos y de esos poderes supone para el hombre nuevos deberes, porque ahora está en condiciones de orientar su destino hacia un futuro previsible, al cual es capaz de forjar con sus propias manos. Está obligado a ser lúcido y consciente.
Afirmó Bertrand Russell “A cada incremento de conocimiento y técnica se hace más necesaria la sabiduría, y aunque muestra época ha sobrepasado a todas las anteriores en lo que se refiere a conocimientos, no ha gozado de un aumento correlativo en lo que se refiere a sabiduría” 2. Y es que, si bien la ciencia y la técnica pueden contribuir a la sabiduría, es muy peligroso que intenten suplantarla, si consideramos que la sabiduría, además de lo cognoscitivo, consiste en la adecuación de nuestra conducta a esos conocimientos, de modo que nuestra praxia revierta en beneficio del género humano, en el cual estamos incluidos nosotros mismos.
De ahí la necesidad de una Revolución Científica, que sólo podrá realizarse cuando el saber, en lugar de hallarse supeditado al poder, lo equilibre. La propuesta consiste en que sirva únicamente a la razón. Es esa la juiciosa y justa utilización del saber.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
It is proved the inapplicable necessity to reconsider and radically apply the evolution of science and modern technology from a new universal ethical perspective with emphasis in Medicine, where the technological development is based on ethical principles that make it really responsible and committed to man's integral health. For this purpose concurrence is explained, over the course of the historical-social development, of the interconnection between Science, Technology and Spirituality, as well as to analyze its impact on human health. It is not intended to give novel philosophical visions, neither to tackle a matter of such complexity in an exhaustive way, covering substantial directions, overtones and contents. Therefore, it is only limited to express a group of ideas that must be present for a more humane practice of Science.
Subject Headings: BIOETHICS
Dr. Raúl Martínez Pérez
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