La denominación Ciencias de la Salud que se ha aplicado recientemente a las tradicionales Ciencias Médicas, trata de destacar el hecho de que en cualquier acción disciplinar sobre lo humano, los factores biológicos, psicológicos y sociales, son dimensiones sistémicas interdependientes y en interacción permanente, de manera múltiple, simultánea y superpuesta. Considerar entonces unilateralmente alguna de ellos, simplificaría el enfoque de realidad, distorsionaría el objeto real de las acciones de salud y conspiraría contra su eficacia, además de convertir en formal e infértil, el intento teórico de base en la propuesta de cambio de visión.
Hace años que la Filosofía de la Ciencia, nos alecciona acerca del movimiento de ideas en la comunidad científica y en la academia (que las retoma para su divulgación educativa). K. Popper1 cuando da su visión de evolución de la ciencia más por refutación de lo improcedente, que por validación de lo aparente; I. Lakatos 2 cuando afirma que el avance científico se origina cuando la práctica y la lógica aconsejan hacer las debidas correcciones a la teoría y la idea feyerabiana 3 de rigidez excesiva de método como obstáculo para el desarrollo de las ciencia, nos deben alertar acerca del hecho de que un cambio de denominación de campo, no es suficiente para producir automáticamente un cambio implícito en las rutas epistemológicas y el proceder científico.
En otras palabras, la pretensión es condición necesaria pero no suficiente para conseguir un objetivo como el que se plantea. La intención es muy positiva porque indica un grado de conciencia del problema y sus limitaciones, pero todavía no queda claro cómo se van a salvar esas limitaciones; cuáles son los caminos epistemológicos más convenientes o adecuados a la naturaleza del problema científico a resolver, cuáles serían las proyecciones metodológicas de la nueva racionalidad.
En la ruta práctica de las soluciones impresiona como existente todavía hoy, una pobre conciencia de lo esencial para esta caso, del conocimiento transdisciplinar, o cuando menos la acción interdisciplinaria, y para conseguir esto en las Ciencias de la Salud, resulta irrenunciable un diálogo y un real intercambio de saberes con otras disciplinas humanísticas y sociales como la Psicología Social, la Psicología Organizacional, la Antropología y la Sociología, por sólo citar algunas, además de contactar también con procedimientos de extensión cognitiva y formación de competencias no formales, pero de probada efectividad, como las Comunidades de Aprendizaje y la Educación Popular.
No sería nada desdeñable que los profesionales de la salud comiencen a entrar en contacto con las nuevas elaboraciones y consideraciones epistemológicas, metodológicas y científicas de los recientes enfoques de complejidad, y que se abra un espacio para la divulgación de estos nuevos saberes no sólo para los profesionales, sino también para los que están en formación hoy y en lo que sigue. En el ámbito de las consideraciones de estos nuevos enfoques se comienza a dibujar el futuro de las ciencias.
Poner a resonar cognitivamente con los saberes de vanguardia hoy, a un sector que actualmente, por su proyección nacional e internacional asume acciones de vanguardia, sería una estrategia muy congruente de Desarrollo de Potencial Humano para el Sector de la Salud en nuestro país, que multiplicaría exponencialmente sus posibilidades en el futuro más cercano.
Lic. Armando Capote González.