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Revista de Ciencias Médicas La Habana 2012; 18 (2)
Carlos Manuel Rodríguez Aguiar,1 Dianelys Jacomino Fernández,2 Margarita Díaz Aguilar,2 Rita Marina Quesada Sanabria2
1Especialista de I grado en Psiquiatría Infantil y de I grado en Medicina General Integral. Profesor Asistente. Máster en Sexualidad. Policlínico Docente Universitario “Marta Martínez Figuera”. Güines. Mayabeque. Cuba.
2Especialista de I grado en Medicina General Integral. Profesor Asistente. Máster en Atención Integral al Niño. Policlínico Docente Universitario “Marta Martínez Figuera”. Güines. Mayabeque. Cuba.
Se realizó un artículo de revisión con el objetivo de analizar como influye la categoría violencia y su relación con el proceso de construcción de la masculinidad en adolescentes. Se recogen datos de interés para estudiantes de medicina y otros profesionales de la salud como: consideraciones teóricas sobre el Patriarcado como sistema de dominación desde el género y la generación, proceso social de construcción de la masculinidad, así como la violencia ejercida hacia algunos adolescentes por no cumplir con los mandatos de la masculinidad hegemónica en nuestra sociedad. La importancia de este estudio radica en que visualiza un problema social y de salud que genera importantes conflictos en la construcción de los modelos de género, y que está muy poco tratado en nuestro país, utilizando para la búsqueda de información las bases de datos disponibles en Infomed, así como la literatura presente en la biblioteca del Policlínico Docente Universitario “Marta Martínez Figuera”.
Palabras clave: violencia, construcción de la masculinidad, masculinidad hegemónica.
A review article was conducted in order to analyze how the category of violence influence and relate to the process of construction of masculinity in adolescents. It was collected data of interest to medical students and other health professionals such as: theoretical considerations about patriarchy as a system of domination from gender and generation, social process of masculinity construction, and violence exerted towards some adolescents for not complying with the mandates of hegemonic masculinity in our society. The importance of this study is that it displays a social and health problem that creates significant conflicts in the construction of gender models, and that is poorly addressed in our country, using for information search the databases available on Infomed and present literature in the library of "Marta Martinez Figuera" University Teaching Polyclinic .
Key words: violence, construction of masculinity, hegemonic masculinity.
La violencia como problema social y de salud responde a un fenómeno complejo, multicausal y poliexpresivo. En 1996, la 49na Asamblea Mundial de la salud declaró que la violencia era uno de los principales problemas da salud pública en el mundo.1 En sus múltiples manifestaciones, es un creciente problema social y de salud.2
Jorge Corsi en su libro “Violencias Sociales. Estudios sobre violencia" plantea dos componentes esenciales en la comprensión de la misma:3
A partir de ello plantea la siguiente definición:
La violencia es siempre una forma de ejercicio del poder mediante el empleo de la fuerza, ya sea física, psicológica, económica, política…. e implica la existencia de un ¨arriba¨y un ¨abajo¨, reales o simbólicos…. La misma se hace posible en un desequilibrio del poder, permanente o momentáneo, en el marco de las relaciones y puede ser definida como un comportamiento que usando diferentes formas: física, psicológica, sexual, por acción o por omisión, causa daño o pone en peligro a otras personas.
La violencia es un vocablo de connotación universal por el modo de aplicación de sus instrumentos y su repercusión negativa en el desarrollo sostenible del hombre. Ningún país, con independencia de sus costumbres, religión, cultura o régimen socioeconómico, está exento de actos violentos o actitudes violentas en mayor o menor intensidad.4
Se han dedicado estudios suficientes que abordan y tratan de tipificar las diferentes formas que esta adopta.5
En relación a la violencia de género los estudios consultados, abordan muchas aristas de este problema, sin embargo, su análisis se hace incompleto ya que en su mayoría versan sobre la violencia hacia el sexo femenino (condición de ser mujer).
Es cierto, que en los últimos tiempos, han aparecido en la literatura científica (aunque de manera menos explicita), investigaciones que tratan de abordar la violencia hacia el sexo masculino; sin embargo sería justo reconocer que existe la posibilidad de que el hombre pudiese ser objeto de manifestaciones de violencia desde diferentes contextos y escenarios.6
Nos llama poderosamente la atención los estudios realizados por las teóricas cubanas Alicia González y Beatriz Castellanos en relación con la construcción social de la masculinidad y/o feminidad.7
Según su teoría la sexualidad mediatiza la personalidad y la misma se construye y se manifiesta en 4 dimensiones claramente definidas.8
Otros teóricos también se han postulado en este sentido. Jeffry Weeks por ejemplo entiende la sexualidad como una construcción sociocultural, aunque sin separarla de su aspecto biológico en constante interacción.9
Por otra parte la construcción dicotómica de lo masculino y lo femenino marca espacios diferenciados para hombres y mujeres, fija roles, establece comportamientos, así como formas de actuación diferentes para cada sexo.10
Desde el referente social la cultura atribuye al individuo roles de género según su situación relacional con otros individuos, su edad, etc, denominándose a estas asignaciones, roles de género asignados.11
Luego el individuo incorpora activamente estas asignaciones a su estructura personológica, construyéndose según sus características personales, la influencia de otros modelos que no son específicamente los asignados, llamándose a este proceso roles de género asumidos.12
Existen individuos que por alguna característica y/o condición específica no cumplen con los roles de género tradicionales, transgreden lo asignado por la cultura y entran en conflicto con el rol prescrito por la sociedad. Con relación a su “masculinidad”, el adolescente varón puede sufrir desde lo asignado, al no poder cumplir con los roles, estereotipos y prácticas impuestas por la cultura, siendo proclives por esta razón a sufrir manifestaciones de violencia.
Desde el modelo social de masculinidad hegemónica la violencia en este sentido implica afectación para los seres humanos en la medida en que mutila, cercena y/o violenta características esencialmente humanas, que nada tienen que ver con patrones de masculinidad o feminidad.
Importante a considerar como parte de los debates en torno a nuestra investigación lo referido a la asimilación que se ha hecho de los géneros con la heterosexualidad como si fueran circunstanciales. Se pretende mostrar el proceso de construcción de la masculinidad y la relación que se ha pretendido establecer con un modelo de sexualidad hegemónica.
Nos interesa mostrar que masculino y femenino no son órdenes excluyentes, es decir, que el género no es un sistema de oposiciones. Hombres y Mujeres, así como Hombres y “Hombres” comparten muchos elementos que han sido considerados privativos de “unos cuantos”, lo que conlleva a problemas en la construcción misma de las identidades individuales y colectivas.
Garantizar a las nuevas generaciones un mundo sin violencia constituye un reto que se debe afrontar mediante un trabajo intersectorial, interdisciplinario, con proyección comunitaria y voluntad política, por lo que se decide a afrontar esta investigación con el objetivo de proponer un material de consulta para estudiantes de medicina y perfiles afines, utilizando para ello las bases de datos de infomed y la literatura docente que se encuentra disponible en la biblioteca de nuestra unidad.
Consideraciones teóricas sobre el Patriarcado como sistema de dominación desde el Género y la Generación.
La situación de la mujer y los hijos en relación con el hombre y la familia se ve modificada con el surgimiento de la propiedad privada a manos de él, situación que condiciona el predominio masculino y la transformación de la sociedad en patriarcal.13
Estas modificaciones económicas traen consigo la necesidad de buscar una nueva forma de familia y de matrimonio donde se limitarían los derechos y posibilidades femeninas, a fin de que, al desaparecer la poligamia para la mujer, solo hubiera en el marco del matrimonio – ahora monogámico -, un posible progenitor de la prole reconocido social y legalmente ante Dios y los hombres.14 Sus descendientes a partir de entonces serían los únicos beneficiarios de su fortuna, para lograr mantener sus riquezas, aun después de su muerte, en el seno de su propia familia, lo que era imposible cuando la mujer, al igual que él, podía tener la más absoluta libertad sexual.
No fue el amor u otro vínculo espiritual o erótico lo que determinó la desaparición de los matrimonios grupales o las libertades sexuales del género femenino para dar origen a la unión exclusiva entre un solo hombre y una sola mujer; fueron motivos de índole económico y sociales y no en esencia biológicas, las condicionantes de las diferencias que entre los sexos se establecen en las sociedades patriarcales tradicionales, y que dan lugar a la aparición de la doble moral, ahora como instrumento generador de poder y discriminación entre individuos de clases, status, razas y naturalmente sexos diferentes.15
Son estas y no otras las causas de la educación sexista, discriminatoria, que forma al hombre y a la mujer sobre la base de parámetros opuestos, antagónicos y convierte al sexo femenino en el “segundo sexo, débil”, subordinado al hombre y encadenada exclusivamente a las funciones de la reproducción y la atención de los hijos; mientras que al masculino lo eleva a los roles dominantes, protagónicos en la pareja, la familia y la sociedad.
¨…. La estructura familiar patriarcal estableció una jerarquía rígida con primacía de autoridad y poder para el hombre en tanto sexo fuerte y de subordinación para la mujer en tanto sexo débil.16
El patriarcado como organización social, donde se excluye la posibilidad de igualdad y reciprocidad entre los sexos, facilita comportamientos polarizados que constituyen la base de las conductas violentas.
Por tanto, el patriarcado es un orden de poder, un modo de dominación cuyo paradigma es el hombre y está basado en la supremacía de los hombres y de lo masculino sobre lo femenino.
Marcela Lagarde analiza el patriarcado como uno de los espacios históricos de poder masculino asentado en las más diversas formaciones sociales y manifiestas en todas las formas políticas, económicas y sociales.17
Las teóricas cubanas Alicia González y Beatriz Castellanos en su libro, Sexualidad y Géneros. Alternativas para su educación ante los retos del siglo XXI,18 resumen y hacen una comparación exhaustiva de las particularidades esenciales de las formas de expresión más llamativas que caracterizan a las sociedades patriarcales durante el desarrollo de la humanidad. Algunas de estas características se resumen de la manera siguiente:
Sociedades patriarcales tradicionales
Sociedades patriarcales contemporáneas
En síntesis, algunos de los criterios en los que se rige la ética, la moral y la ideología en las sociedades patriarcales tradicionales son los siguientes:19
Por supuesto que todos estos elementos que caracterizan a las sociedades patriarcales varían de una cultura a otra y de la sociedad en las cuales los individuos viven y se desarrollan.
Patriarcado o sistema de dominación masculina
En relación con el análisis expuesto en los párrafos precedentes, se puede afirmar que existe un conjunto estructurado de prácticas sociales y de representaciones ideológicas que podemos denominar con el nombre de sistema de dominación masculina o con el nombre de patriarcado.
Miembros del colectivo masculino se relacionan con las mujeres según normas que difieren de las que regulan la relación con los varones.
La consigna básica de la construcción social del varón queda representada: “Ser varón en la sociedad patriarcal es importante”.20
Tal importancia queda representada en doble sentido:
¨Lo masculino se caracteriza por: confianza en sí, dominio, capacidad de tomar decisiones, alcanzar éxito, manifestar agresividad…. es decir, por viril se entiende ser fuerte, activo, seguro, audaz e independiente¨.
Se ha considerado al hombre ¨el dueño del mundo¨, dándoles el poder, el dominio, la valentía etc, pero es que no solo se le han dado estos atributos, sino que además se les privan de muchas cosas como el derecho a sentir, expresar emociones, deben esconder el miedo, se les asigna el éxito en la cama, y por tanto siempre deben de llevar la iniciativa.
Las rígidas diferencias entre el hombre y la mujer son parte de un sistema de ¨poder¨ basado en la supremacía masculina. Se asignan funciones a ambos sobre la base de su sexo:21 La mujer es suave, maternal, coqueta, voluble, superficial, sentimental, dependiente. Por otra parte el hombre es agresivo, conquistador, poderoso, osado, resistente e indoblegable.
De esta manera la mujer se convierte durante siglos en un personaje sometido al dominio y el poder del hombre y relegadas a los planos más inferiores de la sociedad.
Es obvio que hombres y mujeres no son iguales, pero solo biológicamente hablando. Todo lo demás es impuesto por la cultura, es decir, adquirido y transmitido por mitos y costumbres de generación en generación.
De esta manera se puede entender que lo masculino y lo femenino son atribuciones biológicas (sexo) y la masculinidad y la feminidad son atribuciones de la construcción social (género).22
Pero aun así, en algún momento de la historia, seguramente con el establecimiento del patriarcado se les robó a los hombres la posibilidad de la ternura, la expresión de sentimientos y la capacidad de amar.
…. ¨Nadie escoge ser varón, y además serlo con el conjunto de contenidos del rol socialmente establecido¨….
Violencia y construcción de la masculinidad en adolescentes
Diversos estudios han enfatizado el hecho de que el proceso psicológico de construcción de la identidad masculina se apoya básicamente en el mandato de ¨diferenciarse de lo femenino¨.23
La palabra masculinidad sugiere la idea de hombre. Sin embargo, el título de este trabajo no excluye la feminidad, inseparable y complementaria de la masculinidad: ¨Ni todos los hombres tienen las mismas actitudes y comportamientos definidos como masculinos, ni todas las mujeres carecen de este tipo de rasgos¨.
Sexo, género y masculinidad son conceptos que a veces son considerados sinónimos; sin embargo, para llegar a la igualdad entre los géneros se hace necesario terminar con la separación entre los espacios masculinos y femeninos. Hace falta una mayor participación de la mujer en condiciones de equidad en el espacio social y una inserción mayor de los hombres como copartícipes de las relaciones que se establecen en el espacio privado.
Sin embargo, como la masculinidad de la misma forma que la feminidad, son construcciones sociales, la adhesión de hombres y mujeres a una o a la otra dependerá en gran medida de la educación que reciban en la infancia y de las influencias a que sean sometidos a lo largo de su vida.24
G. P. Careaga (1996) plantea: ¨La biología determina las características funcionales de la reproducción de un macho y una hembra, por otro, el ambiente y el contexto social determinan las expresiones de los comportamientos asociados a lo que se acostumbra llamar de masculinidad y de feminidad¨.25
Género puede ser definido como una categoría dinámica, construida socialmente, que tiene como base las diferencias sexuales biológicas. A partir de estas diferencias se determinan los papeles sociales de hombres y mujeres.26
El género es construido en un cuerpo que tiene un sexo definido y al que se le atribuyen características psicológicas, sociales y económicas, lo que resulta en acciones y comportamientos específicos, que casi siempre se traducen en relaciones de poder unilaterales: dominación masculina vs. sumisión femenina.27
Se puede reconocer entonces que las características del género de hombres y mujeres son una construcción social y no diferencias ¨naturales¨ legitimadas por la biología.
Masculinidad en nuestra cultura, ¨es la cualidad de masculino¨, que incluye la virilidad y el ser varonil, enérgico, fuerte y macho. Se observa que la masculinidad se basa en valores físicos que posteriormente se transforman en valores morales. Además la masculinidad se ha sexualizado y es tratada como sinónimo de virilidad.
A esto contribuye un factor estructurante de nuestra cultura, ¨La Homofobia¨, una de cuyas expresiones es el temor experimentado por los padres en relación a que sus hijos varones sean o parezcan ser homosexuales.
Como señala Corsi:28 ¨La identidad masculina tradicional se construye sobre la base de 2 procesos psicológicos simultáneos y complementarios: El hiperdesarrollo del yo exterior (hacer, lograr, actuar), y la represión de la esfera emocional.¨.
Y agrega…. para poder mantener el equilibrio de ambos procesos, el hombre necesita ejercer un permanente autocontrol para regular la exteriorización de sentimientos tales como el dolor, la tristeza, el placer, el temor, el amor….-
Construcción de la masculinidad
La construcción de la masculinidad de un nuevo ser comienza cuando la pareja planifica un embarazo. Los futuros padres comienzan a imaginarse las características que tendrá el hijo, incluyendo su sexo.
A partir del nacimiento, el bebe del sexo masculino, comienza a darse cuenta de lo que se espera de él por tener las características de sus órganos genitales.
Sin embargo, no basta nacer con un pene para transformarse en hombre, hay un camino por recorrer hasta llegar a serlo. Los primeros años de vida son fundamentales y responsables de las características del hombre que va a surgir.29
Primeramente es la familia quien enseña explícita e implícitamente la forma que debe pensar, sentir y actuar como ¨hombre¨.30 Estas enseñanzas comienzan a afectar la forma como el niño se relaciona consigo mismo y con los demás.
Además de la familia (socialización primaria), la escuela, los medios de comunicación, la mayor parte de las religiones y la sociedad en general (socialización secundaria) refuerzan estos papeles de género.31
La masculinidad construida a lo largo de la vida (poder y control sobre los demás, superioridad, sexo erótico inagotable), varia de acuerdo con las características sociales, económicas y demográficas del varón y del ambiente en que crece y vive.32
El modelo masculino como un poder que consuela y daña al mismo tiempo
Por lo general, las sociedades exigen a los varones pasar por pruebas para probar su masculinidad, que aparece como una cualidad muy deseada y a la vez, difícilmente alcanzable.
Así, la condición masculina estaría constantemente ¨en duda¨, por lo que necesita su prueba y afirmación social y personal: “Si los hombres deben pasar por pruebas para probar su masculinidad, es precisamente porque esta no está determinada por naturaleza¨.
Socializarse como varón bajo el modelo tradicional es un proceso difícil. Ese beneficio consiste en la posibilidad de ejercer algún poder.
No es para nadie un secreto que a lo largo de la socialización cultural el varón internaliza un rasgo básico de su condición: La construcción social del varón va ligada a la noción de importancia, esto es, el principal mandato cultural del varón es ser importante.33 Es por esta razón que investigadores de los estudios de género masculino plantean que el fiel cumplimiento del modelo masculino tradicional hegemónico (MMTH), y no nacer con sexo masculino, es un factor de riesgo de primer orden para la salud.34,35
De esta manera se puede entender que masculinidad, desde lo que se dice por las personas, se relaciona con una serie de atributos y/o características no siempre presentes en todos los adolescentes.
Sin embargo, parece ser que para algunos adolescentes cumplir con el Modelo Tradicional de Masculinidad Hegemónica, constituye una dura prueba, una tarea pesada, incluso causa de disconfort y malestar.
“Desde la más temprana edad, los varones nos vemos obligados a magnificar la posición agresiva-destructiva y a adormecer la aproximación cariñosa-constructiva. Muchas veces no queremos guerrear, pero peleamos, y muchas otras queremos llorar, pero nos aguantamos. Como si tuviéramos los cables invertidos: En vez de controlar los niveles de violencia y liberar los sentimientos positivos, frenamos la expresión de afectos y soltamos peligrosamente las riendas de la agresión".36
A estas alturas de nuestro análisis cabría preguntarse. ¿Todos los adolescentes cumplen fielmente con el patrón que define a la masculinidad en nuestra sociedad?
¿El hecho de no cumplir con ciertas características determina cuán masculino una persona es?
Es evidente que no. La masculinidad se construye y cambia de una cultura a otra, en una misma cultura a través del tiempo, durante el curso de la vida de cualquier hombre individualmente y entre diferentes grupos de hombres según su clase, raza, grupo étnico y preferencia sexual.37
Connell aporta una reflexión que refuerza estos criterios:38 “Existen diversas construcciones del género, dependiendo de las diversas culturas y momentos históricos, por lo cual existen múltiples manifestaciones de la masculinidad, inclusive en cada cultura"
En efecto, la masculinidad se construye y cambia de una cultura a otra, de una época a otra, aunque sin dudas es indispensable desde la construcción social de estereotipos validados culturalmente, que hay que adscribirse a ellos para ser considerados masculinos. La identidad social masculina supone adscripción al modelo hegemónico.
La identidad genérica masculina influye en la salud del individuo. De acuerdo con la cultura en la que está inserto, la masculinidad se asocia con correr riesgos, con someterse a situaciones peligrosas y violentas.
Se observa que en casi todas las sociedades los hombres mueren primero que las mujeres y que habitualmente las causas de muerte reflejan una exposición deliberada de enfrentar riesgos y peligros.
El precio de la masculinidad se refiere a la necesidad de someterse a situaciones violentas que pueden resultar en muertes prematuras. Las diferencias se observan en el mayor número de muertes entre hombres causados por violencia, accidentes y mayor morbimortalidad por alcoholismo o sus consecuencias.
El hecho de correr riesgos, que se considera parte de la naturaleza masculina, se manifiesta inclusive en la salud reproductiva, debido a que habitualmente los varones no se protegen, ni tampoco protegen a sus parejas del riesgo de transmisión de enfermedades. Una manifestación de esta conducta es la sobremortalidad en hombres por HIV/SIDA en todo el mundo.39
La necesidad de responder a la norma de masculinidad también afecta la solicitud de atención a los servicios de salud. Con frecuencia niegan la posibilidad de estar enfermos, ya que lo contrario sería asumir un papel pasivo, dependiente y frágil.
Aunque no todos los varones siguen concientemente el Modelo Masculino Tradicional Hegemónico, en nuestra cultura, este impregna todos los ámbitos de socialización. Este modelo define al varón como heterosexual y por supuesto los ataques a los varones definidos como ¨menos hombres¨ (tímidos, torpes o supuestamente cobardes).
Los varones están socializados para ser activos, tener el control, estar a la defensiva, valerse por sí mismos, usar el cuerpo como una herramienta y salir adelante pese a todo: Preocuparse por el hacer y no por el sentir.
Actualmente existe un gran número de hombres que aceptan y apoyan los movimientos feministas. En los últimos años la mujer ha conseguido conquistar un mayor espacio social. Se hace necesario favorecer la participación del hombre en forma efectiva, a través de estrategias que lo ayuden a reconocer sus necesidades, a hablar de sí mismos, a propiciar el autocuidado del cuerpo, obviando estereotipos que lo someten a riesgos innecesarios.
Se concluye que para muchos adolescentes el proceso tradicional de construcción de la masculinidad es violento, porque supone la imposición arbitraria, de un conjunto de normativas culturales estereotipadas que lastiman, humillan, amputan, las características naturales que como seres humanos poseen los niños y adolescentes, a las cuales deben renunciar para sustituirlas por otras ligadas a la fuerza y el poder.
Dr. Carlos Manuel Rodríguez Aguiar. Especialista de I grado en Psiquiatría Infantil y de I grado en Medicina General Integral. Profesor Asistente. Máster en Sexualidad. Policlínico Docente Universitario “Marta Martínez Figuera”. Güines. Mayabeque. Cuba. E-mail: carlosmra@infomed.sld.cu