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Revista de Ciencias Médicas La Habana 2012; 18 (2)

 

TEMA DE ACTUALIDAD

 

La formaciÓn de valores en la Universidad MÉdica Actual, enfoque sociocultural

 

Value formation in the Current Medical University, sociocultural approach

 

Marlén Fernández Concepción,1 Isamara Pams Rodríguez,2 Lizette Martín Estévez,3 Dayanira Rodríguez Hernández4

 

1Especialista de I grado en Medicina General Integral. Profesor Asistente. Máster en Atención Integral al Niño. Facultad de Ciencias Médicas de Mayabeque. Cuba.
2Licenciada en Farmacia. Profesor Instructor. Máster en Medicina Bioenergética. Facultad de Ciencias Médicas de Mayabeque. Cuba.
3Licenciada en Enfermería. Profesor Asistente. Máster en Medicina Natural y Tradicional. Facultad de Ciencias Médicas de Mayabeque. Cuba.
4Licenciada en Enfermería. Profesor Asistente. Máster en Enfermedades Infecciosas. Facultad de Ciencias Médicas de Mayabeque. Cuba.

 

RESUMEN

En este artículo se aborda el contexto actual del proceso de formación de valores en los alumnos de Ciencias Médicas, la influencia del claustro y el resto de los trabajadores de la salud. Partiendo de la relación entre el ser social, la conciencia y moral en general, se desarrolla un análisis del contexto nacional desde el matiz de la relación universidad médica-sociedad, particularizando el estudio de los procesos de la subjetividad individual y grupal se irrumpe en la conceptualización de proyectos de vida, definiendo categorías psicológicas y argumentando como participa cada una de ellas en la autorregulación de la conducta, y qué características deben tener para que la persona sea portadora de valores éticos, morales, esenciales para el desempeño del profesional de la salud. Se destaca el papel profesor-alumno, exponiendo iniciativas metodológicas para la formación de valores, ofreciendo una modesta  contribución en los esfuerzos que emprende la Educación Médica Superior actual en el desarrollo del proceso formativo que privilegia la formación de los profesionales cimentados en ennoblecidos valores humanos propio de lo mejor y más iluminado de nuestra estirpe cubana.

Palabras clave: universidad médica, formación de valores, proyectos de vida, papel profesor-alumno. 

 
ABSTRACT

This article addresses the current context of the value formation process in students of medical sciences, the influence of the senate and other health workers. Starting from the relationship between social being, consciousness and morality in general. It is developed an analysis of the national context from the overtone of the medical university-society relationship, specifying the study of the processes of individual and group subjectivity. It is irrupted in the conceptualization of life projects, defining psychological categories and arguing how each one of them participate in the self-regulation of behavior and what features they should have so that the person be a carrier of moral ethical values which are essential to the performance of the health care professional. The role professor-student is highlighted by exposing methodological initiatives for the formation of values, offering a modest contribution to the efforts undertaken by the current higher medical education in the development of the training process that favors the formation of our professionals grounded in ennobled human values typical of the best and most enlightened of our Cuban lineage.

Key words: medical university, value formation, life projects, professor-student role.

 

INTRODUCCIÓN

La educación superior médica de hoy, tanto en el pregrado como en el postgrado, necesita con emergencia un proceso formativo sustentado en valores imprescindibles que se asienten en los recursos humanos propiciadores y sostén final de la calidad y satisfacción de la población, hoy es una realidad que aún con una formación ensanchada y gradual, competitiva y científica donde las tecnologías de avanzadas, medios diagnósticos del primer mundo están presentes. Formándose un mayor número de especialistas en todas las ramas de las ciencias médicas el nivel de satisfacción en la población cubana aún es una batalla sin ganar y debilidad innegable para nuestro sistema nacional de salud. Antoine De Saint-Exupery) en su libro El Principito refería “Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, si no que primero has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho”.

De modo que, “para la educación médica superior cubana, es un gran reto concebir de forma más creativa el ocuparnos de las tareas formativas de este profesional que necesitamos hoy, lograr mediante la ejemplaridad y patrones de consagración, humanidad en los claustros y trabajadores de la salud en general el paradigma a seguir, mediante el fomento e innegable jerarquía que tiene la labor de certificar la salud del hombre y la comunidad en nuestra sociedad. Pero para esto hay que ubicar al sujeto en su contexto social, sería crédulo comprometer tesones en el proceso formativo de las actuales y futuras generaciones de profesionales de la salud, de espaldas a la realidad social o desde una percepción general abstracta, no histórico concreta, no matizada y enriquecida con las experiencias y conocimientos provenientes del comportamiento y expresiones diversas de la subjetividad social de individuos y grupos sociales.

Presuponer o dar por pasado  lo ocurrido desde inicios de la década de los años 90 que implantó al país en una crisis socioeconómica de graves consecuencias y designios amenazantes para la propia existencia de la nación, seguiría siendo, para una colectividad universitaria que se precie de acertado, al menos, una desorientación descomunal en la comprensión del escenario social en que se inserta. Un alejamiento de ese referente, podría no garantizar el vislumbrar para reformar para el bien y la justicia, los jóvenes que formamos, hijos de esta sociedad cubana de hoy, que atraviesa por la más compleja y crítica encrucijada de su coexistencia histórica, conviven en ella con sus expresiones existenciales individuales y grupales cotidianas, y son los que, portadores de orientaciones de subjetividad, no importa el signo positivo o negativo, ingresan a las universidades con la aspiración de alcanzar una meta relevante en sus proyectos de vida: un título universitario. El ser, el pensar, la conciencia moral y el contexto socio cultural en que se desarrolla el hombre tiene que ser parte activa de reflexión para movilizar, extender y perpetuar valores en el profesional de hoy, en Cuba la influencia de los impactos del contexto internacional actual,1 los cambios económicos que han tenido lugar en nuestro país, así como nuestras propias carencias en la utilización de un enfoque integral en la formación de los estudiantes, son debilidades por superar.  

Se le debe dar la importancia medular que tiene una de las funciones de la formación universitaria el de su carácter ético y que no puede entenderse una formación universitaria de calidad que no incorpore de forma sistemática y rigurosa situaciones de aprendizaje ético y de formación ciudadana. Se identifican tres dimensiones formativas en la función ética de la universidad médica en la sociedad actual cubana: la formación deontológica relativa al ejercicio de las diferentes profesiones; la formación ciudadana y cívica de sus estudiantes; y finalmente, la formación humana, personal y social, que contribuya a la optimización ética y moral de las futuras y futuros titulados.2

 

DESARROLLO

Cambios Económicos. Repercusión
 
Se argumenta que una formación universitaria de calidad, no puede separar la formación profesional de la formación ciudadana. Sería de interés entonces, proponer una mirada a la orientación de la subjetividad de los cubanos, ingeniada de diferentes formas desde inicios del período especial y el detrimento de las condiciones materiales y espirituales de la vida que esto implicó, y que ha provocado la formación de orientaciones espontáneas de comportamientos sociales de supervivencia.3 Estos expresan importantes replanteamientos de proyectos de vida personales, familiares y grupales, no siempre realizados de manera coherente y, muchas veces, como respuesta reactiva o defensiva, con crisis o inadecuación de valores.4-5

En muy apretada síntesis los remito a resultados de investigaciones sociales más recientes que, compartiendo la evaluación de D'Angelo,7 muestran ese cuadro general contradictorio; así por ejemplo: existe entre los jóvenes un generalizado consenso acerca del parco papel actual de la educación como fuente de bienestar económico y, por otro lado, la conservación del interés de la mayoría por concluir o continuar estudios, en un marco caracterizado por una fuerte insatisfacción por esa pérdida de significado, unida a la falta de una adecuada remuneración salarial en correspondencia con la calificación; necesidades materiales en la familia y en los jóvenes en formación.

El cálculo obligado y constante de la economía doméstica, la relación precios/disponibilidad monetaria en la familia, la relación cambiaria peso/dólar, entre otros aspectos, influyen en la mayoría de las acciones de individuos y familias. De tal forma, en diversa medida tienden a instrumentalizarse las relaciones interpersonales y cobra fuerza un juicio utilitario del trabajo, que hace realmente perder terreno a motivaciones sociales, de autorrealización profesional y personal.

El acceso al consumo comienza a erigirse como criterio diferenciador y símbolo de estatus y prestigio. Otras investigaciones constatan una tendencia a vivir la cotidianidad presente en la inmediatez,3en aras de la satisfacción de las necesidades más apremiantes del grupo familiar. En esta satisfacción de necesidades familiares, pegada a la subsistencia, se constata cierto primitivismo que impide la proyección de aspiraciones superiores.4

El énfasis en la satisfacción de necesidades materiales relega a otros planos aspectos de la transmisión de valores sociales y culturales, más aún cuando se producen contradicciones entre el discurso y la actuación. Tema este presente hoy con más fuerza en nuestro sexto congreso del PCC, donde nuestros dirigentes movilizan y llaman a la reflexión critica de lo mal hecho como trillo seguro de la apatía e inercia cuestiones estas que esencialmente desmotivan a la juventud.

En un intento de análisis muy básico, apunto repasar las consecuencias de la crisis económica y su impacto en la subjetividad social. Situación que sienta a que, las carencias materiales, el bajo nivel de satisfacción de las necesidades, provoca en muchos casos la disminución notoria del valor que se le asigna a portentos de un especial orden, como los sociales y espirituales, y que se sobredimensione el valor de todo aquello que se asocia a la satisfacción de las necesidades materiales, individuales y familiares. Como resultado nos encontramos, en esos casos, con conductas más pragmáticas, más materialistas, menos altruistas y menos solidarias.

Proyecto de vida

Las investigaciones psicológicas de la personalidad, en su concepción más madura formula una categoría de esencial interés en el tema que nos ocupa: “proyecto de vida”.6 Y que es definido en estos términos: un sistema de la persona en su dimensionalidad esencial de la vida. Es un modelo ideal sobre lo que el individuo espera o quiere ser y hacer, que toma forma concreta en la disposición real y sus posibilidades internas y externas de lograrlo, definiendo su relación hacia el mundo y hacia sí mismo, su razón de ser como individuo en un contexto y tipo de sociedad determinada. En este terreno se expone la aseveración de que la maduración de los componentes socio psicológico en los educandos que acceden a las universidades médicas, los califica como personas en capacidad de insertarse en este arquetipo de fundación socializadora, iniciando su apertura a proyectos de vida con orientaciones fructíferas y creadoras, y acudimos nuevamente a D'Angelo,7 caracteriza a los sujetos de mayor nivel de integración armónica de los procesos de la personalidad, con expresiones de autodeterminación, autovaloración realista, capacidades de elaboración crítica de sí y de la realidad, así como de reajuste de sus conflictos y contradicciones, no siempre conscientes, todo lo cual produce la ordenación de un sentido de vida favorable, con la expresión extensa de sus potencialidades en el campo de lo personal y lo social.8

Estas particularidades de la dinámica productiva y de expresión de los proyectos de vida son importantes a la hora de considerar su articulación con los procesos sociales reales. Reiteradamente se debe centrar la atención en el proceso formativo, ese que para su realización reclama la más plena y compleja vitalización y creatividad racional de la universidad, la que deberá hacer frente la realidad de aquellos proyectos de vida en conflicto desintegrados, no realizadores, marcados por inseguridad, temores, falta de expectativas constructivas o expresión de automatismos o indiferencia y desviación social,9 que no puede propiciarles vías de satisfacción y despliegue de sus necesidades; cuando no están estructurados procesos de comunicación e intercambio reflexivos y aperturas creadoras, capaces de orientar las tensiones, productivamente, hacia la transformación positiva de las condiciones de la vida material y espiritual, en lo personal y en lo social, lo que puede relacionarse con algunas de las expresiones de la subjetividad que hemos reseñado en las situaciones que ocurren en la sociedad cubana.10

Este es uno de los más complejos retos para una universidad. Eludiéndolo, estaríamos ignorando su lugar y papel en la sociedad civil, problemática en el mundo en que vivimos hoy, y que no cabe duda alguna, debe integrarse a la defensa de nuestra identidad, con los aportes conceptuales que nos proyecten como diferentes en el concierto marcadamente uniformante de la aldea global.la percepción de sociedad civil, no debe minimizarse en nuestro mundo académico, pues constituye un factor nada despreciable en la relación universidad sociedad, de fuerte fisonomía controversial en la lid ideológica interna y externa al país.

La complicada realidad social sumerge a la universidad en sus transformaciones, a la vez que esta última valida la pertinencia de su existencia,11 sólo a condición de estudiar, comprender sus procesos y metabolizarlos en modelos de profesionales encargados por la sociedad para cada momento o estadio de su historia. De ahí que, para que el desmoronamiento no se nos venga encima, se debe encarar la contrapartida al proceso formativo académico, bien afincados en el argumento y sus expresiones ideológicas.12 Vale entonces compartir, con uno de los más autorizados politólogos cubanos contemporáneos esta aguda mirada.8

Con la emergencia de la crisis de los 90 y en perspectiva hasta hoy día, la ideología ha desbordado el discurso político establecido e invadido el contexto de las relaciones sociales. El conflicto ideológico se manifiesta en las contradicciones generadas por fenómenos como las desigualdades emergentes, las distorsiones de la dolarización, los impactos sociales del turismo, la aparición de nuevos lenguajes y códigos de conducta.

Evaluando y desde esta perspectiva real se debe proyectar la nueva academia, orientadora certera, audaz creativa, sincera, humana, colocando el proceso formativo en los más elevados valores humanos sin prejuicios ni dogmas, sabiendo que un proyecto de vida eficiente no es concebible sin un desarrollo suficiente del pensamiento crítico-autocrítico-reflexivo que se enlace con las líneas fundamentales de la iluminación de las personas y de su quehacer social, y se fundamente en una concreta autodeterminación personal. Esa autodeterminación representa el grado de la independencia del sujeto acerca de  la incidencia inmediata del medio externo, en la proyección y realización de sus propios valores y sus puntos de vista generales, a través de deliberaciones y decisiones propias.

Otra alternativa más negativa al compromiso es que se puede caer en el espejismo del deber cumplido, cuando por las “fallas de origen” de las pericias, no se haya alcanzado más que el resultado de un simulacro, al que involuntariamente nos hemos sometido; significa esto, que sólo desde dentro de la sociedad la universidad puede orientar su hacer formativo a la aspiración, entre otras, de desarraigar toda una abundancia de disvalores o significaciones socialmente negativas, que tienen asiento histórico en la vida nacional y que debemos concebirlos en nuestro plan del diseño formativo.13

En una nada hipotética jerarquía de significaciones de este orden no excluiría nunca, por su impacto y actualidad en el todo social: la simulación, el oportunismo, la doble moral, la adulonería y cierto exacerbado culto al extranjero o a lo extranjero.14 Estas son las de más reciente factura. Y otras como la tendencia a la indolencia, el aprovechamiento inmerecido, la improductividad, la falta de disciplina y exigencia el descontrol.

Generalizando residuos de lo peor de nuestro decursar, hoy más que nunca nuestros dirigentes históricos y la revolución misma, proclama de forma franca y directa en nuestro clausurado congreso del PCC y nos exigen sacudir todo lo que implica desmotivación y apatía. Es hora de agudizar la batalla si queremos ser la universidad, la academia que con toda propiedad y justeza logre hombres cultos y libres que es la alcanzable alta expresión del verdadero crecimiento humano.

Componente Psicológico

Este modelo formativo se posesiona de la interdisciplinariedad como pre requisito para su evolución en toda su potencialidad creativa. Por lo que se sugiere no olvidar que el carácter en el individuo está constituido por el sistema de formaciones motivacionales que puntualizan la orientación estable y distintivo del sujeto hacia las disímiles esferas de la actividad, conformando una estructura denominada jerarquía motivacional, que constituye base para un proceso formativo donde predomine la orientación a la relación de intercambio, por sobre los rasgos autoritarios en las prácticas pedagógicas.

A través de estas formaciones motivacionales se llega al sistema de cualidades del carácter, de importancia relevante para el propósito de los autores en este trabajo, por el privilegiado lugar que se reserva al estudiante como ente activo y creador. Las formaciones motivacionales están conformadas por los intereses que expresan la orientación afectiva del hombre hacia el conocimiento de determinados hechos, objetos y fenómenos, las convicciones expresan la orientación de la actividad del hombre en correspondencia con sus principios y puntos de vista, son características de la personalidad desarrollada, del sujeto que se auto determina.15

Las aspiraciones expresan la orientación de la personalidad hacia objetivos futuros. Pueden manifestarse como ideales y como intenciones. Los Ideales, constituyen elaboraciones del sujeto acerca de sus principales objetivos futuros, que pueden encarnarse en un modelo concreto (una persona) o en un modelo generalizado a partir de un conjunto de cualidades esenciales que lo definen como tal.

Valores, Proceso Formativo y Universidad

Resulta de capital interés la forma en que muchos  pedagogos de hoy,10 nos muestran que la igualdad entre términos como: enseñar, educar y formar, por mucho que en el hacer diario los lastimemos para ocupar las tareas del magisterio, estos conceptos se distinguen esencialmente. Es relevante precisar el significado de los conceptos de enseñar, educar y formar. Enseñar es la tarea de conducir al entendimiento a nuevos contenidos; educar, en cambio, implica orientar la voluntad hacia un objetivo dado. Se trata, entonces, de un trabajo planificado que prepara día a día la voluntad para hacer posible la consecución del objetivo.

Más profundo es el significado del concepto de formar: mientras las otras dos actividades se dirigen a las capacidades del hombre, la tarea de formar se dirige a la médula misma de la persona, para configurarla con un ideal de vida. El objetivo de la formación es un tipo de persona en armonía con ese ideal. Transformar la universidad en el proceso formativo para establecer ese ideal de vida, demanda que el estudiante deje de ser un objeto de aprendizaje que repite mecánicamente la información que recibe y se convierta en un sujeto a partir de sus intereses y juicios previos, sobre la base de un proceso profundo de reflexión en el que se involucra y elabora puntos de vista y razones. Así estará en condiciones de formar sus auténticos valores, es posible en la medida que el docente diseñe situaciones de aprendizaje que propicien a éste, asumir una posición activa, reflexiva, flexible, perseverante, en su actuación. Por ello es importante la función orientadora del docente en la educación de los valores.11

El verdadero aprendizaje desarrollador se realiza en condiciones de ejercicio del diálogo crítico y reflexivo, abierto al enfrentamiento de las contradicciones, a la generación problematizadora y creativa, en el que el individuo y el grupo son parte comprometida en la reconstrucción del conocimiento y de la práctica social constructiva. De mucho beneficio en la aspiración de elevarnos a una pedagogía de los valores es el problema de las condiciones situacionales y sociales propiciatorias de este tipo de aprendizaje social reflexivo, participativo, creativo y desarrollador. El contexto que propicia este aprendizaje promueve no sólo un conocimiento mejor sustentado, flexible y abierto a lo nuevo y lo cambiante, sino también más legítimo, autónomo y comprometido social y éticamente, al tomar en cuenta sus implicaciones e impactos.16

El aprendizaje desarrollador da espacio al diálogo y la construcción concertada del conocimiento y de la acción social, da poder a quien no lo tenía, lo compele a asumir la autonomía y la responsabilidad de sus acciones desde la verdadera autenticidad y sinceridad intima del ser moral. Los educandos aprenden y construyen una proyección de vida basada en un reconocimiento del si mismo y de su sociedad, sustentada en valores sociales positivos.17
El nivel de desarrollo del valor como regulador de la actuación del sujeto puede analizarse a partir de los siguientes indicadores:

Flexibilidad-rigidez con que se expresa el valor en la regulación de la actuación.

El valor puede expresarse en la regulación de la actuación de manera rígida o flexible. La flexibilidad se manifiesta cuando el valor regula la actuación del sujeto no de forma mecánica y absoluta, sino a partir del análisis de las situaciones concretas que se presentan y de la búsqueda, por tanto, de alternativas diferentes de solución a los problemas que el sujeto enfrenta en su actuación.6

Posición que asume el sujeto en la expresión de los valores de la actuación.

El sujeto puede asumir una posición activa o pasiva en la expresión de sus valores. La posición activa en la expresión de los valores caracteriza un nivel superior de desarrollo y se manifiesta cuando el sujeto actúa espontáneamente, con iniciativas en la expresión de sus valores. Este nivel se corresponde con lo que González Rey denomina valores personalizados. La posición pasiva en la expresión de los valores se correspondería entonces con los valores formales, es decir, cuando el sujeto actúa no por convencimiento, por sentir la necesidad de actuar de esa manera, sino por presiones externas.

Grado de mediatización de la conciencia en la expresión de los valores.

Este indicador se manifiesta en la posibilidad del sujeto de argumentar con criterios propios el por qué de su actuación. Cuando existe un grado mayor de mediatización de la conciencia en la regulación de la actuación, el sujeto manifiesta una reflexión personalizada en la expresión de sus valores, quiere decir que es capaz de argumentar y defender a partir de sus puntos de vista y criterios el por qué actúa de una u otra manera En la medida en que el grado de mediatización de la conciencia en la regulación de la actuación es menor, el sujeto es incapaz de argumentar y defender con criterios propios el por qué de su actuación. La reflexión personalizada en la expresión de los valores caracteriza un nivel de funcionamiento superior en la regulación de la actuación.

Perseverancia-inconstancia en la expresión de los valores.

Los valores pueden regular la actuación de manera perseverante o inconstante. La perseverancia implica la disposición de llevar adelante los propósitos y decisiones adoptadas independientemente de los obstáculos que haya que vencer. La inconstancia caracteriza a los sujetos que abandonan el camino tomado ante el surgimiento de obstáculos

Papel Profesor–Alumno, Estrategia Metodológica para la formación en valores.

El pedagogo universitario debe ser un modelo educativo para sus estudiantes. Esta es la esencia y la validación autentica para generar valores. En la medida que el docente exprese en su actuación profesional y en sus relaciones con los estudiantes valores tales como la responsabilidad, el amor a la patria y a la profesión, la honestidad, la justicia entre otros propiciará su formación como motivo de actuación en los estudiantes.18,19

Sólo creando espacios de reflexión en el proceso formativo, en los que el estudiante aprenda a valorar, argumentar sus puntos de vista, defenderlos ante los que se oponen a ellos, en los que el estudiante tenga libertad para expresar sus criterios, para discrepar, para plantear iniciativas, para escuchar y comprender a los demás, para enfrentarse a problemas con seguridad e independencia, para esforzarse por lograr sus propósitos, espacios en los que sean los docentes universitarios guías de sus estudiantes, modelos de profesionales, ejemplos a imitar, sólo en estas condiciones se estará contribuyendo a la educación de valores del estudiante universitario.13

Requerimientos metodológicos globales para la formación de valores:

Esos criterios metodológicos reclaman interacción, reflexiva y ejemplar entre profesores y estudiantes.

Conductas que inhiben, frenan u obstaculizan la educación de valores:

Formación psicopedagógica de nuestros docentes en la Educación Médica Superior (EMS)

De todos es conocido que el docente universitario en la educación médica superior es un especialista en su profesión, licenciados en enfermería, tecnólogos, estomatólogos y médicos conforman nuestro esforzado y comprometido claustro pero el carecer de formación psicopedagógica, es una gran debilidad histórica con la excepción de profesores provenientes o egresados de universidades pedagógicas. La superación en este perfil generalmente es obtenida a través de la educación de postgrado y no siempre de forma sistemática.20 En razón de ello es vital que el docente universitario en la EMS, reciba el desarrollo psicopedagógico necesario para delinear, elaborar y regir un proceso formativo cuyo componente esencial es la educación en valores o pedagogía de los valores.18

Se concluye que la educación en valores no se circunscribe a un transcurso estricto, lineal y uniforme de transferencia de información del educador al estudiante, donde el estudiante es un ente pasivo en la admisión de significados, sino que se engendra en un espacio complejo de intercambio entre profesores y estudiantes. El proceso formativo, donde el alumno se apropia con una posición activa en la adjudicación individual de los significados para la construcción de sus valores. El contexto para el despliegue del proyecto educativo no se circunscribe sólo a exigencias de orden metodológico orientados a lo intrínseco del currículum; también se requiere como condición desarrollar la preparación psicopedagógica de los docentes universitarios.

Dejar atrás la práctica de la enseñanza dogmática, autoritaria, presupone una comunicación profesor-alumno centrada en el respeto mutuo, la confianza, la autenticidad en las relaciones que propicie la influencia del docente como modelo educativo en la formación de valores en sus estudiantes. Los métodos participativos en el proceso de enseñanza-aprendizaje no han de percibirse como herramienta alternativa, sino como consustanciales a la educación universitaria, en calidad de vía insustituible para el desarrollo del carácter activo del estudiante como sujeto del aprendizaje en la formación de sus valores.

 

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Dra. Marlén Fernández Concepción. Especialista de I grado en Medicina General Integral. Profesor Asistente. Máster en Atención Integral al Niño. Facultad de Ciencias Médicas de Mayabeque. Cuba. E-mail: marlenfdez@infomed.sld.cu

 

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